"No quiero que mi teatro sea banal"

Entrevista para "La Voz Joven."

"Rats, casi un musical"

Ganadora del Florencio Sanchez al mejor musical, 2014.

"El Mate", en el Teatro La Comedia

Obra nominada en los ACE y ganador de un ATINA. La música fue compuesta por Carlos Gianni.

"Azulejos Amarillos"

De Ricardo Dubatti, dirigida por Sebastián Kirszner en el 2013.

Sebastián es director artístico de "(La Pausa) Teatral"

Realiza talleres de montaje y talleres de actuación.

sábado, 17 de agosto de 2013

Mirada atenta: Azulejos Amarillos. Por Charly Zarate

Mirada atenta: Azulejos Amarillos

El arte es una pistola cargada de futuro

Por Charly Zárate
Después de haber sido un espectador atento a las tres obra anteriores de Sebastián Kirszner (La beca, El casting y Las memorias de Blanch), puedo asegurar que este joven director de teatro y dramaturgo abrió un surco personalísimo entre la tierra del teatro independiente. Con el estreno de Azulejos Amarillos, Kirszner amplía su búsqueda estética y de lenguaje, que nunca repite formulas sino que acumula recursos y abre el juego a nuevos desafíos. Asume riesgos y los va atravesando con creativo ingenio dentro de su propio tablero de juego que es la obra misma. Esto lo consolida como un director de auténtica originalidad y lo posiciona en una línea artística de vanguardia y ruptura de los convencionalismos en el teatro.
El lugar elegido esta vez para su nueva puesta en escena es el baño de un teatro en construcción o deconstrucción, eso no lo sabemos. Allí se confluyen realidad e irrealidad de dos profesiones tan antagónicas como cercanas: el albañil y el artista. Ambas construyen, crean, cimentan una obra. Y es desde estas dos perspectivas que se va enlazando el brillante texto de Ricardo Dubatti. El dramaturgo trabaja con materias primas básicas para lograr un entramado sumamente complejo y polisémico.  

"Las baldosas me hacen acordar a los ecos y me hacen pensar que hay un mundo allá afuera, un mundo que de golpe decide conectarse con el nuestro a través de los artistas, que funcionan como antenas (...) Quizás suene un poco ridículo. Que haya un mundo mágico del arte atravesándolo todo, todo el universo. Y que los artistas funcionen como antenas a esas ideas mágicas." (Pepe, albañil y ¿actor?)

Entre inodoro y mingitorio pasan Ionesco, Shakespeare, Chejov... Lo dramático, lo onírico, lo bizarro, lo filosófico, lo grotesco.... Todo orquestado magistralmente por un director que no deja ningún detalle sin calibrar. El humor, la música y hasta alguna coreografía son relevantes y colaboran para marcar un ritmo sostenido de la pieza.
     

El manejo direccional que Sebastián Kirszner hace sobre el cuerpo de los actores es de carácter antropológico. Logra exprimir el talento de cada uno de ellos al máximo. Los cuatro actores son increíbles y magnéticos. La conexión entre ellos esta sincronizada de manera brillante. Pocas veces sucede que en una obra el público arranque en un espontáneo aplauso y ovación, enardecido y asombrado por lo que esta presenciando. Y allí es cuando justamente cuando el público se convierte en el mejor termómetro de un hecho artístico, porque es incondicional y no está sujeto a la prejuiciosa o interesada mirada de ningún crítico.
Podría extenderme contando más detalles de Azulejos Amarillos, tendría que cuidarme de no develar momentos sorpresivos o detalles puntuales que atenten contra la magia del teatro, por eso prefiero convocar a que vayan a presenciar con sus sentidos prestos de disfrutar un trabajo excelente. De lo mejor que he visto en el último tiempo.

Ficha técnico artística:
Libro: Ricardo Dubatti
Elenco: Augusto Ghirardelli, Daniel Ibarra, Eduardo Lázaro y Dionisio Javier Pastor.
Escenografía: Lola Gullo
Diseño Gráfico: Lola Gullo
Asistencia de Dirección: Lola Gullo y Victoria Arrabaça
Fotografía: Victoria Flor Cabrera
Retoque digital: Daniela Potente
Diseño de Luces: Sebastián Kirszner
Música original: Gamal Hamed, y Eduardo Lázaro.
Dirección musical: Gamal Hamed.
Prensa: Simkin & Franco.
Dirección y Puesta en escena: Sebastián Kirszner.

Azulejos Amarillos se presenta en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960) los jueves a las 21 horas.

domingo, 11 de agosto de 2013

El proceso de escritura dramática y montaje de Azulejos Amarillos


AZULEJOS AMARILLOS - Dos albañiles vienen por el arreglo del baño de un teatro en construcción. Como este espacio es el único que todavía no ha pasado por las mazas de los obreros, cuando estos llegan, se encuentran con los músicos de una obra de teatro, que se han encerrado en el baño a ensayar. No solo pareciera que esto no es un impedimento para comenzar con la “obra”, sino que además despierta el deseo de uno de ellos de ser mirado por estos profesionales del arte. Suenan melodías, pareciera que la “obra” va a comenzar. 

EL PROCESO DRAMATÚRGICO: por Ricardo Dubatti
El origen de la Azulejos amarillos fue bastante concreto, mundano diría. Vivo en un departamento y al vecino de abajo se le hacía una mancha de humedad importante en el techo de su baño. El consorcio estaba determinado que mi baño ocultaba el problema y que había que romper el piso. Hubo un pequeño desfile de toda clase de albañiles y plomeros y llegué a estar sin baldosas en el piso durante alrededor de una semana y media. Al poco tiempo de la flamante reparación, resultó que también pasaba por mi pared un caño central que había que cambiar. En total, por las dos reparaciones, debe haber sido un mes y medio de toda clase de situaciones inverosímiles. En un punto de ese recorrido, me había puesto a escribir sobre eso que hoy llamo el síndrome de la reparación: ese momento en el que uno, por mejor o peor que vaya siendo la refacción, se pregunta el por qué de este ejercicio tan absurdo de arreglar la casa. Todo esa fatiga, toda esa preocupación de no ver avanzar el trabajo se unió a Beckett y la lectura de El Innombrable. Allí me resonaba el principio “Hay que hablar, por más que ya no haya nada más que decir”. Había que aguantar, por más que ya estuviera agotado. En un acto de asociación no muy sorprendente llegué a otra idea que me gustaba: la reparación de la casa es Godot, por eso no llega jamás. Y así surgió este ámbito de dos albañiles trabajando mientras la refacción no termina de ocurrir a pesar de la paciente espera.
Ya teniendo una buena parte de Azulejos Amarillos, le faltaba algo más, un eje que canalizara el deseo que tenía de escribir, de crear. Ocurrió algo más. Un miércoles llovía. Miércoles que volvía tarde de cursar y que me encontró con otra grata sorpresa: me llovía el techo. Cuando llegué llovía un poco (dentro). Gradualmente iban cayendo más gotas, pero a un ritmo pausado y variado. Puse recipientes debajo y esperé. Estaba furioso, pero la presencia de mi novia implicaba decoro. Fue ahí cuando escuché el groove de la lluvia, los fantásticos sonidos que hacían los cacharros y el agua. Mi novia estuvo a punto de internarme en un manicomio, porque yo me reía nerviosamente y tocaba música con la lluvia usando una pezuñas que tenía guardadas. No lo grabé, pero descubrí que ahí pasaba algo. El arte ya estaba ahí antes que yo lo pensara, vinieron a mi mente Nietzsche y Mallarmé, y también Robert Fripp, legendario guitarrista de King Crimson. Fripp decía algo como (palabras más, palabras menos) “las canciones ya están flotando en el aire; uno simplemente las escucha y las hace bajar a sus manos”. Ahí surgió el eje que faltaba: mis ansias de crear sin tener muy en claro lo que estaba haciendo realmente. Y surgieron los poemas y los azulejos como ejes del deseo. El poema del bidet ya estaba escrito hace mucho y cuando se lo leí a un amigo para usarlo como letra para una canción, él contestó: “es el mejor poema acerca de mear que jamás leí”. Ahí volvió Beckett.
No obstante, no fui conciente de casi nada de todo esto hasta que un día mi viejo me llevó a ver El perro pequinés, dirigida por Alfredo Arias. Ahí conocí al fantástico dramaturgo uruguayo Carlos Manuel Varela, con quien charlamos de nuestro fanatismo por Beckett, Ionesco y Nietzsche y le conté del poema del bidet. Fue con su ayuda que descubrí dos cosas: cómo orientar la escritura de la obra (al poco tiempo surgieron los azulejos amarillos como eje del deseo que completara esa necesidad de ser poeta de uno de los albañiles) y que era una obra en la que tenía que abrazar todo aquello que estaba alrededor de la escritura. Incluso mi desesperación por crear arte. Tenía que juntar todas esas vivencias y hacerlas parte de la Azulejos amarillos. La obra devino en lo que me gusta pensar un homenaje a los oficios. Crear es simplemente hacer y creer en eso que uno hace, por más que a veces uno se sienta desorientado. HACER es el paso natural de la pasión, es necesario para lograr que eso que uno desea no necesariamente sea, pero esté unos pasos más próximos. Por eso creo que Azulejos Amarillos tiene una presencia tan sincera y sencilla, porque es el resultado de un trabajo intenso e inocente. Hoy se ven muchas cosas muy claras, pero en aquél momento de escribirlo, era un momento confuso e incluso aterrorizante. Espero que la gente disfrute tanto como yo disfruto esta obra.

EL PROCESO DE MONTAJE Y PUESTA EN ESCENA: Por Sebastián  Kirszner
 Al comenzar con la puesta en escena había varias hipótesis disparadoras del proceso: Primero, el baño al cual venían los albañiles a romper, era el de un teatro “en obra”. No solo eso, dentro de éste baño, dos músicos instalados cual objetos escenográficos, aguardan el comienzo del relato. Ellos están ensayando (probablemente esta misma obra: “Azulejos Amarillos”). Esta hipótesis multiplicaba la dirección del personaje de Pepe, músico devenido en albañil, al que ahora, la enunciación de querer encontrar su canción entre las herramientas, y cantarla, tenía un interlocutor muy claro: la mirada de estos músicos, con un su saber musical. Segundo, en relación al espacio, la proximidad de los objetos, y la posibilidad de que esta cercanía generara un campo de acción bastante acotado (espacialmente hablando): cuatro hombres en un baño pequeño, entre mazas e instrumentos musicales son una buena combinación para generar acción dramática. Tercero, la necesidad de construcción de un relato para estos dos músicos, para poder convivir con Pepe y Pridamante. En ese sentido, el encuentro con un texto de mucha apertura, y condensación poética, con rasgos de un absurdo “beckettiano”, posibilitaba a no atarse a ninguna lógica de “entendimiento” realista del texto, y al no anclaje a ninguna cadena asociativa lógica de condicionamiento de los personajes.
Distintas lógicas de poder, van rotando a lo largo del todo el relato que generan un “estado”, y una tensión dramática que va creciendo y mutando, y con ella se van tejiendo distintas alianzas, fugaces y episódicas. Nos encontramos con un primer momento de llegada de los albañiles, de encuentro con estos músicos, que no pareciera muy lejos de cierta lógica de la realidad, pero que de a poco, sobre ella se va instalando lo que sería el “tono de la obra”: difícil de enunciar con palabras (que no terminan de apresar la verdadera cosa), pero que en una vaga aproximación, aparece cierto enrarecimiento formal que nace a modo de fugas. Asímismo la obra vuelca de momentos cómicos a trágicos, y por momentos aparecen recortes temporo-espaciales un tanto oníricos.
El juego con la metateatralidad aparece nuevamente, deja en vilo la falsedad de la cosa, pero asumida con tanta verdad, que se transforma en una paradoja. Entonces en el espacio del baño- teatro hay marquesinas de las otras puestas de “Teatro Joven”, grupo al que así llamamos por la intensión de búsqueda de cierto lenguaje (que siempre será novedad, o joven, en relación a lo ya conocido), equipo de trabajo que ya viene montando obras (Lola Gullo: escenógrafa; Gamal Hamed: Músico; Vicki Cabrera: Fotografa; Vicki Arrabaça: actriz, asistente en éste proyecto). Uno de estos cuadros, que son percibidos por los personajes, es el de “Azulejos Amarillos”, la actual obra. Entonces el relato, además de mostrar la hilacha de cierta teatralidad, pareciera ser el mismo de todos los jueves, pero a la vez, diferente. En algún momento de la obra se juega con un “deja vu”, como si el texto se les hubiera olvidado y entonces lo vuelven a representar. Además hay diferentes grados de conciencia de pertenencia al relato: los músicos saben que están actuando “Azulejos Amarillos”, pero los albañiles no tienen idea, pero a la vez sospechan, porque las cosas vuelven a ser como la semana anterior.

Crítica a "Azulejos Amarillos", por Laura Rauch para Crack Magazine

Entre el deseo, la música y la representación infinita: “Azulejos Amarillos”, de Ricardo Dubatti, dirigida por Sebastián Kirszner.

Apreciar una obra teatral es una experiencia tan placentera como compleja: la superposición de elementos requiere de la mayor de las atenciones sin provocar esto, un esfuerzo consciente. Existen ciertas obras que solicitan un trabajo posterior de reflexión, de vuelta a ver mental que permiten apreciar elementos que en la inmediatez de la representación se pierden, tal vez, por formar parte de un todo orgánico, una maquinaria que “funciona a la perfección” que “dice por todos lados”. Este es el caso de Azulejos Amarillos, la puesta en escena de Sebastián Kirszner sobre el texto dramático de Ricardo Dubatti; dos artistas de la generación sub 30, que combinan sus conocimientos teatrales para el encuentro de un lenguaje que refiere al quehacer poético.
Partiendo de un texto que narra los deseos artísticos de dos albañiles (Pepe y Pridamante) en tono cómico y absurdo – con una marcada presencia de elementos de la poética beckettiana – la puesta ahonda en constantes rupturas de las convenciones realistas, proponiendo profundas reflexiones respecto del arte teatral. Con la presencia de cuatro dúctiles actores en escena – Augusto Ghirardelli, Daniel Ibarra, Eduardo Lázaro y Dionisio Javier Pastor – la narración cotidiana de un arreglo de albañilería se convierte en la mejor excusa para “decir sobre teatro”. “Decir”, desde la palabra y el cuerpo, en donde la gestualidad, la dicción y la música condensan la comicidad, lo lúdico y los anhelos artísticos.
En su totalidad, la obra configura una compleja red de relaciones que circulan entre el amateurismo y el oficio, concibiendo el símbolo de los azulejos como aquellos objetos de deseo o pasiones que se convierten en los motores de cada ser humano. Y sin duda, los azulejos amarillosde estos jóvenes teatreros son el mismo arte escénico.
Apelando a Shakespeare desde la escenografía, la presencia de dos actores/músicos – quienes ensayan en ese baño una pieza teatral, probablemente la misma que llevan a cabo – con vestimentas propias de la época del autor inglés y que aportan la musicalidad a la escena, las referencias metateatrales inundan la totalidad del espacio, no solo el de la representación sino también el la sala. En varias oportunidades, y por medio de diversos recursos, los personajes advierten la presencia de un grupo de observadores frente a ellos, otorgándole a los espectadores ese rol complementario que el teatro, en todas sus formas, requiere. Asimismo, las menciones sobre la música se multiplican en escena, ya que dos personajes – nombrados “músico 2” y “músico 2 bis” -  ejecutan en escena los instrumentos, mientras los otros, recuerdan sus experiencias musicales admitiendo que su vocación artística es más fuerte que el oficio intentan llevar a cabo.
Por esto podemos afirmar que la obra se basa en constantes repliegues, propuestos desde el texto y la puesta mediante el humor verbal y corporal, sostenido por cuatro actores que componen una obra orgánica, minuciosamente constituida y con posibilidades de improvisación en conjunto que acrecienta ciertos rasgos y genera que cada escena sea extremadamente divertida, llena de contenido, apelando por momentos a recursos cinematográficos, y que brinda libertad a los espectadores a receptar y comprender siempre un poco más.
Imagen
Y es tal vez lo dicho hasta aquí, una muestra de la intensa y profunda búsqueda de un lenguaje propio, una singularidad que envuelve la obra, que permite que esa puesta en abismo se constituya como el sincero testimonio de este grupo de artistas – tanto dentro como fuera de al escena – que logran enlazar fuertemente la idea de profesionalismo con el concepto de juego.
De las rupturas que propone la puesta, tal vez sea el final una de las más interesantes: los actores nunca saludan al público como tales, sino que son los personajes quienes, desconcertados, observan a los espectadores aplaudir. Obviando la convención del “reconocimiento del artista como tal”, los personajes toman posición de nuevo en escena y plantean una continuidad: la obra seguirá el jueves siguiente, de igual modo o acaso no. Esta provocación al público es postulada desde la marcación explícita a los espectadores para que se retiren, evidenciando por medio de la iluminación que la ficción finalizó, o al menos se detuvo, dejándolos inmersos nuevamente en el plano real ahora cargado de nuevas significaciones. Por esto la idea de la representación efímera, es decir, una irrepetible experiencia, queda opacada por la continuidad que la misma plantea, y a su vez, evidenciada por la posibilidad que, la semana siguiente, la historia tome otro rumbo. Postula entonces una representación infinita, que remite nuevamente a las complejas configuraciones espacio-temporales plasmadas en escena desde la palabra, la música y el cuerpo simultáneamente. Y es esta decisión de sostener la magia de la ficción, la que deja a los espectadores con la sensación de haber sido poseídos, junto con los personajes y los artistas, por el influjo de los azulejos amarillos.
Ficha técnico artística:Libro: Ricardo Dubatti
Elenco: Augusto Ghirardelli, Daniel Ibarra, Eduardo Lázaro y Dionisio Javier Pastor.
Escenografía: Lola Gullo
Diseño Gráfico: Lola Gullo
Asistencia de Dirección: Lola Gullo y Victoria Arrabaça
Fotografía: Victoria Flor Cabrera
Retoque digital: Daniela Potente
Diseño de Luces: Sebastián Kirszner
Música original: Gamal Hamed, y Eduardo Lázaro.
Dirección musical: Gamal Hamed.
Prensa: Simkin & Franco.
Dirección y Puesta en escena: Sebastián Kirszner.
Azulejos Amarillos se presenta en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960) los jueves a las 21 horas.
Por Laura Rauch
Estudiante avanzada de la carrera de Artes Combinadas (UBA) e integrante del Área de Investigación en Ciencias del Arte (AICA) en el Centro Cultural de la Cooperación

Crítica a "Azulejos Amarillos", por Jonathan Sassón

Azulejos amarillos
Director: Sebastián Kirszner. Autor: Ricardo Dubatti. Iluminación: Sebastián Kirszner. Música original: Gamal Hamed y Eduardo Lázaro. Dirección musical: Gamal Hamed. Diseño del espacio:Lola Gullo. Elenco: Augusto Ghirardelli, Daniel Ibarra, Eduardo Lázaro y Dionisio Javier Pastor.Prensa: Simkin & Franco.
"Mi tubería fea, tengo que dejarte atrás, tengo que olvidarte y seguir adelante. Muchas veces no sabemos lo que tenemos adelante hasta que entendemos lo que tenemos detrás, el camino que se fue y no retorna. Retorna como experiencia, como nuevos azulejos amarillos que recubren ese baño que es la vida.”

Entramos al baño de un teatro o al teatro de un baño. Para ser precisos, el espectáculo es en una sala teatral, el espacio representado es el baño de un teatro en construcción.
El trabajo no lo van a hacer solo albañiles, unos músicos que se encuentran allí también pondrán manos a la obra.
El par de músicos hace de base musical y actoral, a veces hacen la música incidental, pero no solo acompañan o ambientan sino que son parte de la acción en conjunto con los “albañiles” (personajes) que actúan y cantan también. En definitiva todos actúan, cantan, hacen música y hasta bailan.
El contexto podría ser propicio para lo escatológico, pero no, lejos de eso, nos encontramos con una pieza que podría enmarcarse en el teatro del absurdo con algunos otros condimentos.
A simple vista podría parecer solo una sucesión de cosas sin lógica, pero la obra tiene cierta profundidad dramaturgica, el texto sumado a la puesta va generando capas de sentido. Buscando lo idílico que puede esconder algo vulgar, como el sonido de un martillazo o el del agua cayendo.
Se juega con lo que no vemos, con lo que se dice y lo que no, dejando algo latente. Por sobre todo se juega con la meta teatralidad, desde el planteo escenográfico hasta en las actuaciones, se hace explicito que lo que presenciamos es un hecho teatral.
Tomando la definición de obra: un producto de la creación, una labor que requiere de tiempo y esfuerzo, quizá este espectáculo pueda verse como una metáfora del oficio, el albañil y el actor como figuras que representan el actuar, el hacer, ambos disponen sus tiempos y esfuerzos poniéndose al servicio de la creación.
Se propone una obra en construcción, pero podemos afirmar que esta obra está bien construida, aunque si comparamos el oficio del actor con el del albañil podríamos decir que una obra teatral está siempre en construcción, se construye en cada función.

Teatro: El camarín de las musas – Mario Bravo 960
Funciones: Jueves 21 hs.
Entrada: $80

Crítica a "Azulejos Amarillos" por Estela Gomez


















“La irracionalidad de una cosa no es un argumento en contra de su existencia, sino más bien una condición de la misma” Friedrich Nietzsche

Azulejos Amarillos

Escritura artística y análisis objetivo de la cotidianeidad.

A la vida cotidiana, la entendemos como una expresión inmediata, en un tiempo, en un espacio, en un ritmo, de las relaciones sociales de los hombres y de sus comportamientos y se manifiesta como un ejercicio en movimiento, con hechos múltiples y diversos que los vivimos como incuestionables, como una única forma de vida posible. Este encubrimiento y distorsión se debe a una ideología dogmática, que naturaliza lo social, universaliza lo particular y temporaliza lo histórico.

Ver una obra de teatro como “Azulejos Amarillos”, es comprobar que puede haber una desmitificación de la cotidianeidad, es intentar interrogar a los fenómenos y sus interrelaciones en búsqueda de su condición original.
El proceso de la dramaturgia, a cargo de Ricardo Dubatti, está orientado a la vida diaria de dos seres, Pepe (Dionisio Javier Pastor) y Pridamante (Augusto Ghirardelli), que nos muestran que hay otra forma de hacer las cosas, que por el mito de “lo natural”, “lo eterno”, y, lo que “es, simplemente es”, no nos podemos resignar y a aceptar sin cuestionar.

Estos dos albañiles, irrumpen en un baño para trabajar y se encuentran con dos músicos, músico (Daniel Ibarra) y músico bis (Eduardo Lázaro) ensayando una obra de teatro. A partir de ahí, comienzan a experimentar situaciones, a realizar rupturas generalmente acríticas, de lo obvio y lo natural, y, a poner el acento en el deseo, ese deseo que está muy adentro y que ellos dejan salir como una conjunción creativa plena. Así, podemos encontrarnos con poesías hacia actos fisiológicos, con historias de vidas compartidas entre los trabajadores y los artistas, y con acciones musicales inusuales como puede ser el sonido de las gotas de agua. Todo, acompañado por acciones paradójicas, gestos grandilocuentes y con mucho humor.

Muy comprometida es la dirección y la puesta en escena que Sebastián Kirszner, con mucho atino, nos presenta. Junto a los actores, realiza un juego teatral inteligente, apostando a a un grupo que tiene la visible intensión de buscar lenguajes que siempre serán novedad, o joven, en relación a lo ya conocido”. Y, como alguna vez, indicó su autor Ricardo Dubatti,  “HACER es el paso natural de la pasión…”,y, sí, ambos, dejan ver claramente la “pasión” que sienten al hacer ésta puesta.

Los actores, Augusto Ghirardelli, Daniel Ibarra, Eduardo Lázaro y Dionisio Javier Pastor, se destacan por sus similitudes, ya que son excelsos protagonistas y por  sus diferencias, porque en escena componen disímiles y complejos personajes a la perfección.
Recomendada, porque se proponen desocultar lo oculto, entrar en la apariencia para alcanzar la esencia de los hechos. Toda la obra es poesía, todo es creatividad, todo es arte.

Estela Gómez
25/07/2013

Ficha técnica
Libro: Ricardo Dubatti.
Elenco (por orden alfabético): Augusto Ghirardelli, Daniel Ibarra, Eduardo Lázaro y Dionisio Javier Pastor.
Escenografía: Lola Gullo.
Diseño Gráfico: Lola Gullo.
Asistencia de Dirección: Lola Gullo y Victoria Arrabaça.
Fotografía: Victoria Cabrera.
Retoque Digital: Daniela Potente.
Diseño de luces: Sebastián Kirszner.
Música original: Gamal Hamed, y Eduardo Lázaro.
Dirección musical: Gamal Hamed.
Prensa: Simkin & Franco.
Dirección y Puesta en escena: Sebastián Kirszner.

Funciones: jueves a las 21hs.
El Camarín de Las Musas: Mario Bravo 960