jueves, 12 de enero de 2012

Montajes Narrativos

Literatura argentina

Una antología de narradores jóvenes es una buena muestra del estado de situación de la creación literaria más reciente
Por Daniel Gigena  | LA NACION

Especie de continuación, ya no teórica sino literaria, de Los prisioneros de la torre , publicado en 2011 por Emecé, Panorama Interzona . Narrativas emergentes de la Argentina es más que una antología de narradores de la posdictadura, es decir, autores que han nacido, crecido o desarrollado su obra, aún poco conocida, luego de 1983. Funciona además como una proyección de aspectos de la narración en el país, sus temáticas, conflictos y nuevas tomas de posiciones políticas, editoriales, estéticas. El cuento, la poesía (cuando es narrativa), la crítica en blogs y el teatro (que es más que narración) son los cuatro géneros que circunscriben la producción de esta selección de escritores realizada por Elsa Drucaroff (Buenos Aires, 1957). Agrupados en secciones referidas a la impronta de los medios de comunicación -como en el caso de "El casting", de Sebastián Kirszner, pieza dramática que parodia el mundo de la actuación profesional, yuxtapuesta a un cuento de corte apocalíptico de Bruno Petroni-; a las relaciones entre padres e hijos (cuando hay padres); a la crisis neoliberal de 2001, con sus excluidos de siempre ("Moneda común", cuento de ciencia ficción de Hernán Domínguez Nimo, imagina los alcances tenebrosos de la ex festejada noción de "ciudad global"); a la autobiografía como instancia colectiva, los textos propician el debate sobre nuevos horizontes narrativos.
Varios de los autores han publicado recientemente sus primeros libros (Oscar Fariña, Enzo Maqueira, Nicolás Mavrakis, Azucena Galettini, Hugo Salas); otros, como Sol Echevarría, Sebastián Hernaiz, Maruja Bustamante o Daniela Allerborn, colaboraciones en revistas y sitios web. Varios escriben en sus propios blogs, trabajan en medios gráficos y participan de grupos literarios de autogestión, programas de escritura o movimientos teatrales independientes. Muchos participaron de antologías: Uno a uno , sobre los años 90, o Es lo que hay. La mayoría reivindica la narración como instrumento para "perforar" bloques monolíticos de sentido, imaginarios establecidos (y repetidos ad nauseam en guiones sociales), paradigmas representativos. En otros, la re(de)construcción de un lenguaje social análogo a un "sistema cloacal" (como se lee en el poema de Ignacio Uranga "Campo de Mayo" y, luego, en "Crítica y cínica" del mismo autor) prefigura alternativas a la pantalla de la legibilidad y el entretenimiento (o el conformismo). Drucaroff organiza en series cuentos y poesías, reseñas críticas y obras teatrales, como en un montaje cuyo sentido depende menos del orden que del conjunto y el contrapunto: eso convierte el libro en un aparato dinámico de sentido, en una performance (la autora ha conocido a varios de los autores en recitales públicos de poesía, jams de escritura o talleres de investigación sobre la escritura contemporánea), en un gesto político, o -como se la denomina en una de las secciones del volumen que contiene quizá los textos más interesantes- en una "potencia materna".
Panorama Interzona es también una conjetura de lo que la escena de la producción y circulación de textos narrativos puede ser antes de la entrada en acción de agentes, jurados, críticos, gerentes de ventas, toda la troupe extraliteraria que filtra, cosifica, ordena y evalúa. Aquí la articulación es sólo otra entrada posible, hecha desde una perspectiva móvil, con un pie en la docencia y en la apuesta estético-ideológica y otro en el placer reiterado ante las diversas expresiones y posibilidades de la literatura.

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