sábado, 11 de agosto de 2012

A sala llena.


En un casting la primera impresión, dada la fugacidad de la prueba, puede llegar a ser determinante. En este caso lo primero que vemos cuando entramos a la sala va atrapando nuestra atención: en el conjunto de la singular escenografía, una reja de media altura  que separa al público del escenario, una pequeña pantalla y un extraño personaje comienzan a imantar la mirada del público.

Al poco tiempo, entra en escena un segundo personaje, el nombre de la obra ya nos anticipa algo de que va la cosa, sumado a la información que va aportando este personaje, rápidamente ya sabremos a que viene, que es actor, que se llama José María  y que trae consigo un material que promete ser interesante.

Desde que llega José María intenta mostrar lo mejor de si para dar una buena impresión y caer bien, sobre todo a quien todavía no vemos pero sería la persona que tendría el poder de seleccionarlo. Mientras espera para tener la atención de esta entidad, aparece un tercer personaje, una mujer, ella no tiene las mismas intenciones que él, llegó ahí casualmente, en principio dice ser tan solo una secretaria de oficina, pero va a jugar un papel en este casting también.

Se genera un cierto equilibrio entre los tres personajes, los dos últimos mencionados son locuaces, extrovertidos, llevan el protagonismo mientras que el otro, el primero que vimos, es más bien minimalista aporta gestos, sonidos, musicalidad, obtiene una complicidad con el público.

Todo el tiempo se juega con una mirada en off, como si además de los que estamos presentes en la sala alguien más observara lo que pasa en escena, los personajes se dirigen a esta mirada, la pantalla nos muestra lo que este ojo ve, dejando la duda si solo ve o si mira lo que esta pasando, prestando atención y dándole alguna importancia.

Desde un principio la obra es colorida, tanto por la escenografía, la música original que colorea y genera los climas adecuados y por el tono humorístico. Aparecen humoradas sobre todo textuales, por momentos lo que podría ser una situación cómica queda en un chiste hablado perdiendo profundidad, podríamos achacar una falta de silencios para dar cuenta de la espera generando un vacío desde el cual se podrían apreciar mejor los nervios, la ansiedad de los personajes y desde ahí florecería el humor. Estas dudas se disipan cuando se produce un punto de quiebre en la obra que hace que la atención se centre totalmente en lo que esta sucediendo y las emociones empiezan a transmitirse completamente por lo que les pasa a los personajes mas allá de las palabras.

De todos modos la forma de la obra hace que se vayan saliendo capas, para ir mostrando el mundo del actor que pasa de un aparente bienestar total a ir develando las necesidades individuales, la competencia que se genera, el menester de la aprobación tanto de los directivos como del público. Logrando así que a medida que avanza la obra, mientras se van traspasando las capas, el dramatismo va en aumento para alcanzar el clímax final

Al haber presenciado El Casting podemos dar el visto bueno, aprobamos su desempeño, lo tendremos en cuenta a la hora de elegir una obra de teatro para ir a ver.

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