sábado, 11 de agosto de 2012

Novedades IV





ENTREVISTA PARA JAQUEPRESS...

Sebastián Kirszner: "Las memorias de Blanch," un desafío a la muerte.

¿Actuar es un desafío a la muerte? Luego del estreno del espectáculo “Las memorias de Blanch” en el teatro El extranjero de Buenos Aires, el director y dramaturgo Sebastián Kirszner habló con Jaquematepress sobre los temas esenciales de la obra.
--La muerte es un tema que muy a menudo ocupa la dramaturgia, pero en este caso la de una directora de teatro alternativo. ¿En su opinión cómo se combina la muerte y el teatro? ¿Es actuar un desafío a la muerte?
La muerte está muy presente en el teatro, y en la vida también (paradójicamente). Sería algo así como lo contrario al deseo, lo que no pulsa, y de eso se ve mucho en el teatro. Teatro a demanda de otro, de una producción, o incluso de una dramaturgia o dirección, donde el actor y su capacidad de pulsar vida, desaparecen, el actor como cuerpo-poético muere, se reduce la cosa a una actuación de marionetas, que fácilmente engañan al espectador, porque está tan acostumbrado a ver eso, que incluso puede pagar hasta 200$ la entrada para ver muerte en el escenario, y luego aplaudir de pie, y regocijarse en su rol de público culto. Si hay vida, hay deseo, hay ganas al servicio de la actuación (no en sentido servil, sino en el sentido de entrega). Si hay vida, hay escucha, y esto es necesario para la vitalización de cualquier escena que no funciona.
--La muerte y el actor ¿Cómo encara el actor el tema de la muerte?  
Es muy común ver actores que están tan pendientes de sus propios intelectos y razonamientos en escena que se olvidan de “escuchar” (no el sentido literal, sino en una escucha más “corpórea”) a sus compañeros en escena, ahí probablemente no haya vida. Basta decirle al actor: “percibí lo que te rodea”, y con ello se modifica la forma de respirar del actor, hasta de proyectar la voz. La vida está en el juego, y la actuación que no juega, está muerta.
--¿De qué nos habla su espectáculo?
En el caso de “Las memorias de Blanch”, la obra narra la muerte de una directora del teatro alternativo, que en una instancia de la muerte, sigue adelante con su dramaturgia (ya que se anotó en un concurso de dramaturgia post- mortem). La paradoja de la obra es que sigue viva, ya que sigue con ese deseo latente… hasta que finalmente, muere simbólicamente (sí, muere dentro de la muerte) el día que decide “colgar” el teatro, para dedicarse a un trabajo mediocre de oficinista (mediocre no por el trabajo en sí, sino porque ese no era su deseo). Actuar es un desafío a la muerte siempre que se elija, siempre y cuando el actor no se someta más que a su propia voluntad de crear, siempre y cuando no se someta a la demanda de nadie, ni de nada. En mi caso, el mundo de la actuación me llena de vida, así que supongo que me aleja de la muerte.
--¿Al ver su obra en el escenario, y siendo usted también director, cuáles fueron sus reacciones?
La obra está encarada desde la comedia, llevada adelante por actrices de mucho poder lúdico como Alejandra Marina Álvarez, Victoria Arrabaça, Belén Lopez Marco y Camila Inclan. Me es muy disfrutable ver la obra en el escenario, ya que la premisa básica del trabajo es siempre correrse de la demanda (de la dirección, y la de ellas mismas), con lo cual cada pasada es un desafío a vitalizar la obra, a vivirla nuevamente, dándole lugar a la creación de nuevos signos, que pulsan de los vínculos entre ellas mismas, con lo cual, cada pasada me llena de sorpresas. Además, la obra transcurre en un espacio de mucho corrimiento de lo que llamamos la “realidad”, con lo cual nuevas reglas que quiebran lo temporo-espacial son habilitadas, y éstas son el nuevo piso para que en la próxima pasada se pueda despegar un poco más. Para construir éste mundo llevó un largo proceso de ensayos, donde cada hallazgo fue arraigado al mundo que ya se venía construyendo. Con lo cual lo obra funciona hoy como una gran máquina, llena de signos que llevaron meses en afianzarse, y que le dan la sensación al punto de vista del que mira de que todo funciona armónicamente. Además se suma la sensación de que la obra es singular, no se le parece a nada. La combinatoria de elementos resulta novedosa: Una mujer parlante que emite comunicados, Una directora de teatro que lleva un vestuario que podría ser el de una empleada del gobierno, pero que se la pasa dirigiendo, por momentos la oficina, por momentos teatro, etc. En la obra se juega también con la interlocución con el público, incorporándolo como un personaje más: “si no me miran, yo no existo”, con lo cual cada vez que uno es interpelado por la mirada de las actrices, genera cierta incomodidad.
--Un desafío escénico…  
Sí, claro, se  busca desde la puesta en escena, combinar elementos: Una mujer parlante que emite comunicados, Una directora de teatro que lleva un vestuario que podría ser el de una empleada del gobierno, pero que se la pasa dirigiendo, por momentos la oficina, por momentos teatro, etc. Se busca desde la propuesta, un salto poético de la dramaturgia, la búsqueda de una singularidad poética… el armado de un dispositivo autónomo de lenguaje corporizarían que busca poetizar las palabras, constituirlas, y hacerlas propias. Como premisa, se trata de no anclarse a modos “realistas” de habitar el espacio. Cada personaje desarrolla un comportamiento que le es único. Signos que conviven en armonía, y son de ruptura para el punto de vista del público. Se juega también con la interlocución con el público, incorporándolo como un personaje más: “si no me miran, yo no existo”. 
--¿Sería que el actor en el escenario hace un desafío a la muerte?
“Las memorias de Blanch” es una obra que se ha desarrollado a lo largo de varios años, desde que comencé con la dramaturgia original, en el 2009, en el marco de la gripe porcina, hasta la actualidad donde el proceso se resignificó con la aparición del cuerpo actoral, y el ensayo. Desde la construcción dramatúrgica, partí de una imagen disparadora: “Personas que tienen que firmar papeles luego de morir. Una oficina del estado, donde se hacen tramites, y hay que esperar, hasta que la gente que lo quiso a uno en vida, haga su duelo”. Es una obra dividida en escenas, pero que busca la ruptura temporal desde el relato, el juego con el paso del tiempo.
La búsqueda de puesta partió de un espacio multifuncional. Objetos que hacen de oficina por momentos, y de elementos del cementerio por otro. Una lápida que por momentos es lápida, y por otros oficina móvil. Un banco que por momentos es el que podría verse en un cementerio, pero que esconde una expendedora de números para formar la fila.

“Las memorias de Blanch”
 Funciones: domingos 21 hs 
Teatro El extranjero: Valentín Gómez 3378 – CABA
Entradas: (c/ descuento )

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