martes, 26 de febrero de 2013

Revista 23: "En el limbo"



Personas que tienen que firmar papeles luego de morir. Una oficina del Estado donde se hacen trámites y hay que esperar hasta que la gente que lo quiso a uno, en vida, haga su duelo”. Desde esa imagen disparadora, cuatro años atrás, el director y dramaturgo Sebastián Kirszner inició la escritura de esta inquietante comedia negra. La puesta de la obra, que se estrenó a comienzos de este mes, despliega una historia más compleja aún. Eva Blanch (Alejandra Álvarez), directora de teatro, muere y deja inconclusa la pieza más importante de su carrera. En una instancia entre la vida y la muerte, da forma a su proyecto mientras coordina la recepción de los nuevos muertos. Custodiada por una asistente que emite comunicados con un megáfono (Camila Inclán), Eva recibe a una nerviosa actriz de televisión y luego a otra, pero de teatro. A partir de allí, entre la bienvenida post-mortem y el casting, Las memorias de Blanch juega con la percepción del público y hasta con la de los propios personajes, que de tan ensimismados en su histrionismo no tienen muy claro dónde están ni qué les ocurrió antes de llegar a la misteriosa oficina.

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