jueves, 11 de abril de 2013

El teatro a la búsqueda de nuevos horizontes.

TEATRO: LAS MEMORIAS DE BLANCH


EL TEATRO A LA BÚSQUEDA DE NUEVOS HORIZONTES

Por El espectador compulsivo. 

Sebastián Kirszner, autor y director de esta comedia negra de planteo sumamente original, es joven (*1) pero ya cuenta con una fecunda trayectoria en teatro. Se formó con los mejores –Mauricio Kartún, Ricardo Halac y Ricardo Bartís, entre otros- y no teme experimentar.

Las memorias de Blanch el resultado de un trabajo de varios años, originado en una imagen disparadora (aquí se nota la huella de Kartún y, a través de él, de Ricardo Monti), la imagen de “personas que tienen que firmar papeles luego de morir. Una oficina del estado, donde se hacen trámites, y hay que esperar, hasta que la gente que lo quiso a uno en vida, haga su duelo”. En el proceso, la misma idea motivadora se concretó en La estación intermedia (2010) donde también aparecía la Organización Disfuncional Orgánica gestionando la burocracia post mortem y auditando el paso al más allá.

En Las memorias de Blanch el mundo de la muerte está cruzado por el del teatro: Eva, la protagonista, es una directora de teatro alternativo que, aún en esa instancia, alejada de lo terrenal, continuará obsesionada por escribir “esa” pieza que logre cristalizar todas sus ideas y le permita ganar un concurso de dramaturgia en el que también compite Arlt.

Sebastián Kirszner, autor y director de Las memorias de Blanch

La obra abunda en un humor no demasiado negro, basado fundamentalmente en lo disparatado de la situación, con una impronta autorreflexiva que propicia una mirada irónica acerca del ambiente teatral y sus códigos. La puesta en escena revela el prolongado trabajo conjunto que fue resignificando la propuesta original y que halló en el elenco conformado por Alejandra Marina Álvarez, Camila Inclán, Belén Lípez Marco y Victoria Arrabaça uno de sus pilares, uno mucho más sólido que algunas de las situaciones planteadas.

La pieza tiene una estética muy particular basada en la fragmentación y la transformación permanente del espacio y los objetos (otro acierto). El texto espectacular va creando una relación dinámica con el público, al que se dirigen por momentos las actrices, sin interpelarlo en forma directa, en su condición de “otro”, fundamentalmente vivo. Esta dinámica permite la continua confrontación del “ahora” y el” después”; la vida y la muerte (que, forzosamente, resignifica todo).

Con muchos guiños al público habitué de este tipo de espectáculos y algunas reflexiones acerca de un más allá -que no es precisamente un paraíso mientras no esté concluido el tránsito-, Las memorias de Blanch juega con el imaginario colectivo acerca de una de las instancias más importantes de la vida: la muerte.

*1 Sebatián Kirszner tiene 27 años y pertenece a lo que Jorge Dubatti denominó dramaturgia porteña sub-30, una generación todavía emergente con algunos teatristas de frondosa producción en su haber.

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