Como se sabe, Buenos Aires es la capital del teatro sudamericano. Decenas de obras de teatro se estrenan semanalmente. Tanto del comercial como del alternativo. Y entre tantos nombres y autores de culto, a contra luz, surge la figura de Sebastián Kirszner, quien a sus veintiséis años, ya tiene en su haber, varias obras como autor y director. Ahora vuelve a las tablas con La Beca, una familia judía que mostrará su hilacha, de la forma más tragicómica.
Algunos podrían tildarlo de loco, otros de apasionado, lo cierto es que Sebastián Kirszner, dejó a tres meses de recibirse de Médico, su carrera profesional para dedicarse al mundo del teatro. Él, apasionado de la actuación, director y escritor, no veía su vida en un hospital, aunque sí, sobre las tablas. Es por ello, que mientras cursaba las típicas materias como Anatomía y Química, se formó en las escuelas de Silvia Kanter, Roxana Berco y Ricardo Halac, entre otros. “Soy una persona que busca, que intenta construir un lenguaje, no con la certeza de poder hacerlo, pero sí intentándolo. Y por sobre todo pongo en jaque los modelos conocidos, aprendidos, observados, que de alguna manera nos adiestraron en esta “matriz”. Siempre con una mirada ácida, irónica, tratando de que esa ironía no me deje por fuera de lo que creo que es el teatro.”
- ¿El teatro para vos es….?
- “Es generar verdad con eso que se cuenta. En el mix de roles que tengo como director y dramaturgo, trato de usar la palabra como un medio, para llegar al fin que son los cuerpos en acción. Dirijo con el texto en la mochila, para poder desprenderme de esa cárcel que es el propio lenguaje, por el que todos estamos atravesados, y así trato de generar un segundo escalón de resignificación.
- ¿Se puede vivir del teatro alternativo?
- “Es mi mayor deseo. Vivir de esta forma sería ideal. Y por forma entiendo, más allá de cualquier distinción entre modelos de producción, el de generar un hecho artístico, instituyente… maquinaria combinante de imágenes que dejen a los sentidos en pelotas. Hoy tengo que decir que pago por hacer éste tipo de teatro, soy productor de mis propias obras, casi siempre sin poder recuperar la plata invertida, o quedando en cero. Junto “el capital” económico algunos meses con el excedente de la convivencia, resignando alguna que otra salida lujuriosa como comer afuera, y según el monto de ese excedente elijo: “prensa, no prensa, folletos de 10 x 15 o tarjetitas, sala de teatro con seguro o que tenga algún subsidio que te saque las papas del fuego. Ahora sí, éste perverso sistema te obliga de alguna manera a poner toda la carne en el asador, sino las posibilidades de que la gente venga al asado se reducen. Claro, nada es determinante, pero estas variables de producción pueden predisponer –o no–, a la concurrencia del público a la obra. Así, que mejor no comer afuera por algunos meses más y supongo que tampoco ir al cine.
- ¿Qué no harías, aunque te propongan mucho dinero?
- Creo que no haría cualquier tipo de propuesta que corrompa al teatro como arte y se reduzca a una mera reproducción “teatral”, a una “buena mentira” y que eso me convierta en un hipócrita de mis motores más genuinos, que son los que me impulsan a esa búsqueda que atraviesa toda mi respiración. Por suerte, desde el rol de director o dramaturgo, uno tiene, o cree tener, el timón de la propuesta. Claro, hay que tener suerte con el casting y encontrar actores que se entreguen a esta comunión compartiendo el tono, registro y afinación de éste canto religioso. Ahora, si como teatrista cayese en esa trampa, o las circunstancias me vieran inmerso en ese sistema, buscaría las armas para seguir generando estados de apertura a pesar del contexto.
- ¿Sebastián Kirszner hoy?
- “Hoy encuentro mayor satisfacción haciendo en el campo del “absurdo”, que plantea una mayor ruptura de la palabra escrita, y me permite explorar e investigar con mayor profundidad en las formas que aparecen, y así escapar de cualquier significante conocido.
- ¿El proceso creativo te surge a partir de…?
- “De infinidad de cosas. Primero, meses de volcar imágenes en un archivo de notas en la computadora. Esas imágenes se van transformando en escenas, y con suerte, si algo prende, ese archivo es el elegido entre tantos borradores, cual espermatozoide que llegó al óvulo, y se transforma en “obra escrita”. Y hago esta distinción de “escrita”, porque todavía no es teatro, y está lejos de serlo, no antes de que el “Times New Roman” desaparezca y solo quede la respiración del actor-cuerpo.
- Me gustó esa definición…
- “Es que es así. Una vez que la obra ya pasó por la impresora, a generar marco: un elenco, una sala, conseguir los medios de producción y entonces sí, comienza el proceso de ensayos, a contra reloj, con la fecha de estreno en la mira. Me gusta tener las cuestiones de producción que traen jaqueca: de dónde sale la plata, la fecha de estreno, y las miles de complicaciones que van surgiendo. En el caso de La Beca, mi nueva obra, comenzamos los ensayos en Abril, ya teniendo fecha de estreno como el 30 de julio. El primer mes y medio de ensayo, sin texto, pura búsqueda, investigaciones, cuerpos, buscar esa corporalidad que aparece producto del espacio y del vínculo con esos otros cuerpos. Pasando el segundo mes, comenzamos con la puesta, que simplemente era ordenar lo que ya había. Como director voy tirando del piolín, pero el verdadero responsable de generar ese abismo y vértigo escénico, es el actor.
- Sin palabras…
- “Hacer… no quiero dejar nunca de hacer. Leí alguna vez que tener éxito es hacer lo que a uno le da placer. Allí estoy, inmerso en éste mundo como teatrista, respirando como tal.
Por Axel Serrano
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