viernes, 20 de septiembre de 2013

Cuando al teatro lo hacen los jóvenes. Los directores sub 30 renuevan la cartelera

Por Daiana German Rieber.



Los nombres de estos jóvenes resuenan en la escena alternativa como referentes a seguir. Aquí, tres ejemplos de teatristas nacidos en la década del 80.

Conseguir un lugar en el ámbito del teatro argentino puede llevar años. Incluso ser reconocido por las obras que estuvieron en cartel puede que nunca llegue. Sin embargo este no es el caso deSebastián Kirszner, Diego Faturos y Natalia Casielles, tres jóvenes directores del teatro alternativo que promedian los 30 años y que hoy ya son veteranos de las tablas pues tienen varias obras en su haber ya sea como directores, dramaturgos o actores y gozan de un nombre propio.

Hay muchos maestros y personalidades que inspiraron y dejaron una huella en ésta nueva generación de creadores. Los tres comenzaron su formación en reconocidas escuelas: Kirzsner, de 28 años, lo hizo en Río Plateado de Hugo Midón; Faturos, de 29, comenzó cuando tenía 13 en Andamio 90 (de Alejandra Boero) y en el caso de Casielles, de 30, su estudio fue con la actriz, dramaturga y directora Andrea Garrote. Una vez graduados participaron de numerosas obras como actores y con el paso del tiempo exploraron también otros horizontes como la dirección y la dramaturgia. Para esta última el gran referente para los tres es Mauricio Kartun y en cuanto a la dirección Claudio Tolcachir y Ricardo Bartís son los modelos a seguir. También resuenan nombres como los de Guillermo Cacace,Daniel Veronese, Roberto Perinelli y Alejandro Tantanián, entre muchos otros. “Es bueno aprender de los más grandes”, destacó Faturos en referencia a su formación y trabajo junto con Tolcachir enLa omisión de la familia Coleman y en Jamón del diablo, donde participa como actor en Timbre 4 (México 3554).

“El teatro es mi lugar en el mundo, es una forma de tomarme la vida donde puedo jugar, experimentar y buscar lenguajes”, definió Sebastián, quien estrenó hace más de un mes Azulejos Amarillos deRicardo Dubatti en el Camarín de Las Musas (Mario Bravo 960), su cuarta obra como director y la sexta como dramaturgo. Para Diego, el joven que se irá en noviembre a China para interpretar La omisión de la familia Coleman, el teatro es un medio de expresión muy fuerte. Por su parte, Natalia, que lleva dirigidas y creadas seis obras como Sueño con cebollas, Afuera llueven conejos y Niña con cara de jirafa, opinó: “El teatro es revolución. Es la cucaracha de la bomba atómica pues se sobrevive pese a la falta de recursos y espectadores”.

“Me siento más seguro en la dirección que en la actuación y en la dramaturgia”, destacó Kirszner quien argumentó que un director debe tener una línea ya que no da lo mismo cualquier decisión. Su intuición lo guió a la hora de elegir sus elencos, a quienes ayudó a moldearse en cada uno de los ensayos aunque nunca les impuso, según afirmó, “la” verdad de la obra sino que su trabajo es en equipo. “Este rol en el teatro se asemeja al director de orquesta de una sinfónica”, comparó el actor de El Mate y sentenció: “El director que dice ‘hacelo así’ y muestra cómo realizarlo es un desastre y sin embargo está lleno de estos tipos”.

Faturos, quien intervino en El puntero en 2011, dirigió seis obras entre las que se encuentran Amanda vuelve, Nos arrancaría de este lugar para siempre y Hundan el Belgrano, además de ser el autor de dos de ellas. Para él lo más placentero de esta labor es descubrir escenas junto con los actores y de este modo lo vive al trabajar con los egresados de Timbre 4 a partir del armado de una obra sobre Eva Perón.

En el caso de Casielles su foco está puesto en la dirección y la dramaturgia, aunque también le divierte mucho actuar y últimamente participó en varios proyectos. “Disfruto de todos los lugares, porque al escribir un texto devengo en directora del mismo y es una unión con lo anterior”, concluyó

En la mayoría de los casos los tres jóvenes han trabajado en base a textos propios aspecto que muchas veces los ha limitado al conocer el espacio con el que contaban en la sala. “Es como una neurosis que se arma porque uno escribe, se la imagina y a veces el lugar te inspira y a la vez te recorta”, señaló el aprendiz de Tolcachir y citó a su profesor Ricardo Monti: “’Si la obra es en la luna, es en la luna’, después uno como director verá cómo lo hace para darle otro vuelo”.

Uno de los mayores desafíos para ellos es compartir ambos roles en una pieza, por lo que tratan de olvidar la puesta en escena que imaginan al crearla para focalizar en el ensayo con los actores.“Cuando empiezo a dirigir mi propio texto lo dejo en la mochila, no lo imprimo hasta la puesta de luces que es en la última semana y de este modo no me ato a mi propia demanda”, reconoció Sebastián quien hoy se encuentra dirigiendo un texto de Ricardo Dubatti a partir del cual pudo reconocer que se siente más cómodo al trabajar con una obra ajena porque se encuentra con otra poética y el desafío a multiplicarla. “Tiene que haber algo del texto que me convoque a dirigirlo y en el caso de Azulejos Amarillos eso está”, justificó.

Otro aspecto que los une es la docencia, un lugar donde cada uno de ellos comparte los saberes con sus alumnos. Kirszner, quien no se ubica en el rol de maestro sino en el de director, realiza un taller de montaje teatral en el Teatro Entretelones (Enrique Martinez 1427). Por su parte, Diego es uno de los que coordina la escuela de Tolcachir en Timbre 4 que tiene más de 600 alumnos: “Disfruto de transmitirles mis herramientas que es muy diferente de enseñar”. Y por último, Casielles es docente titular de las cátedras Literatura y Comunicación Social del Instituto Comunidad Filii Dei, además de enseñar dramaturgia en Andamio 90 y dictar diversos talleres en elteatro La Carpintería.

Según Sebastián la presencia de los jóvenes directores repercute en la aparición de nuevas temáticas en relación a la época en la que crecieron y los tiempos que vivieron, como el gobierno de Carlos Saúl Menem y el haber sufrido en la adolescencia el corralitodel 2001. Además destacó que ésta nueva generación del teatro está muy influenciada por Kartun en la construcción de la dramaturgia.

Por su parte, Natalia cree que siempre va a haber un teatro joven pues, a su parecer, existe una necesidad de catalogar lo que se hace para generar un sentido de análisis ante tanta producción teatral. “No siempre responde a una nueva búsqueda ya que muchos se repiten y entonces ya no es teatro joven por el concepto de estar en crecimiento, sino porque quienes lo realizan son simplemente chicos en edad”, afirmó la directora quien señaló que siempre va a existir este tipo de teatro, que luego se convertirá o no en referente de otro.

Sebastián, Diego y Natalia tienen un estilo que los caracteriza, aunque no por ello repiten formulas. Como directores tienen inclinaciones y apetitos escénicos, a partir de los cuales juegan con historias, trabajan imágenes y exploran nuevos lenguajes. En el caso de Kirszner, el mundo que le inspira a la hora de escribir es el del teatro, es decir, contar historias donde se reflejen las frustraciones del actor, su dificultad para insertase y el lugar del director, entre otros temas. El Casting, Las memorias de Blanch y Azulejos Amarillos, son tres de sus piezas donde aparece este juego con la metateatralidad.Otra cosa que lo identifica es la música en vivo, por lo que reconoció:“Hay algo de la dirección, de lo lúdico y de la comedia que aprendí con Hugo Midón que está en mi obras, es como una huella que ha quedado en mí”.

Otro que tiene una búsqueda definida a la hora de crear es Faturos quien prioriza que lo que suceda en el escenario sea verdad. Destacó que en teatro independiente se pueden llevar a cabo obras sin invertir mucho dinero pues lo que se desafía es la creatividad. “Al no haber plata para construir una determinada escenografía hay que ingeniárselas para que el público lo crea aunque sin subestimarlo. Si el actor piensa en el mar, el espectador lo va a ver”, argumentó.

En cuanto a la posibilidad de vivir del teatro alternativo las respuestas variaron. Sebastián reconoció que al ser salas pequeñas, las entradas no tienen un alto costo y al dividirse la plata entre un gran equipo, es muy difícil subsistir si se trabaja exclusivamente de la obra. Natalia opinó que el teatro, además de a realización de piezas, abarca otras áreas que están relacionadas como dar clases. Ella cree que si se arma ese sistema de trabajo si se puede. Por último, Diego dijo: “Hay que desmitificar que no se puede vivir del teatro alternativo porque sino la profesión se vuelve un fracaso”.

Ellos representan a una generación de directores donde la singularidad hace eco. Promedian los 30 años y en su haber hay muchos maestros, alumnos y obras en cartel y a medida que pasa el tiempo la apuesta cada vez es más fuerte.

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