viernes, 25 de octubre de 2013

Crítica a "Azulejos Amarillos", por Sabrina Haimovich


Azulejos amarillos

Por Sabrina Haimovich

El arte está en el escenario; los actores, sobre las tablas, y los espectadores, en las butacas. ¿Qué pasa si corremos la mirada y nos desplazamos al baño de un teatro? En ese espacio donde se cruzan las personas, donde salen de sus roles preestablecidos, puede surgir algo nuevo. Esta es la propuesta de Azulejos amarillos, escrita por Ricardo Dubatti y dirigida por Sebastián Kirszner.

Se trata de una obra cómica y absurda que parte del encuentro de dos albañiles (Pepe y Pridamante) y dos músicos (Músico 2 y Músico 2 bis) en el baño de un teatro. Los primeros van a hacer unas reparaciones y los segundos están ensayando, pero ni los unos ni los otros pueden cumplir con sus tareas. Mientras que el ensayo se ve interrumpido por las reparaciones, el arreglo estipulado nunca llega porque los albañiles se ven seducidos por las melodías. Es un encuentro entre lo sublime del arte y lo cotidiano de los oficios. El poema del bidet que Pepe tenía guardado en el inodoro y el concierto de gotas de un techo mal arreglado, que lo traumó a tal punto de no poder tener encuentros amorosos los días de lluvia, para citar algunas de las situaciones que rompen la división tajante entre dos mundos que se suponen alejados.

El título de la obra remite a la historia de Pridamante, que lleva en su caja de herramientas un azulejo amarillo brillante, hermoso. El clímax se produce cuando los personajes disputan para ver este objeto misterioso, que termina develándose como común y corriente.

La pieza evoluciona desde un aparente realismo hacia planos más oníricos e inconscientes. Los personajes reviven historias traumáticas, se teletransportan a una sesión analítica e, incluso, dudan de su existencia real y, por momentos, toman conciencia de que son personajes de una obra. Azulejos amarillos puede ser entendida como una metáfora del proceso creativo. Los personajes pasan por la idealización que impide ponerse a trabajar, la frustración que implica no seguir el propio deseo, los primeros intentos de mostrarse como artistas y, finalmente, la toma de conciencia de que, mientras buscaban ser artistas, ya lo eran.

Jueves 21 hs. en El Camarín de las Musas. M. Bravo 960.

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